Hace bastantes años ya, me llegó que un alto directivo se refería a mi con cariño pero en los siguientes términos, y cito: “Cuidado con Conchi, porque cuando lanza una noticia llama mucho la atención”. Y, claro, no entendía, nada. ¿Para qué me contrataban? Imagino que para que sus informaciones no pasaran desapercibidas, ¿no?

Y traigo este recuerdo a colación, porque siempre he creído que nuestro reto como comunicadores es llamar la atención. En el mejor sentido de la expresión. Llamar la atención de los medios para que se fijen en nuestra información. Llamar la atención de los lectores, oyentes o telespectadores para que se queden con nosotros.

Llamar la atención de los consumidores para que se fijen en el producto de nuestro cliente.

Llamar la atención de nuestros compañeros para tener todos claro el objetivo. Para hacer juntos trainera y saber por qué remamos y hacia dónde remamos. Y huir de la sokatira. Un concepto muy guipuzcoano y que tan bien se está divulgando desde nuestras instituciones. Porque en Gipuzkoa nos gusta hacer las cosas de esta manera, somos así…

En esta sociedad líquida en la que vivimos, apresurada y multitarea, la atención se está convirtiendo en el gran valor de nuestro tiempo. Ya imagináis por qué. Por lo difícil de lograr atraer la atención. Las nuevas tecnologías han hecho mucho daño a nuestra capacidad de concentración al dispersarnos en mil entretenimientos.

A nadie se le escapa el potencial de las redes sociales para distanciarte de los que tienes al lado. Seguro que os vienen ahora mismo mil imágenes que os lo confirman. Las generaciones de los millenials, también llamada generación Y, y la nueva generación Z (nacida entre 1994 y 2009) no conocen el teléfono fijo, pasan más de cuatro horas conectados a las redes sociales, son capaces de utilizar cinco pantallas a la vez y acceden de manera ilimitada a la información en tiempo real. Presentan además un bajísimo nivel de atención y sus relaciones personales, más superficiales, transcurren en muchos casos en el ciberespacio. Y nos van a poner a los profesionales de la comunicación si no lo están haciendo ya contra las cuerdas, porque ¿Cómo vamos a hacer para atraer su atención?

Sólo unos datos más: el 73% de la generación Z entre 8 y 11 años utiliza YouTube. De hecho, el 33% hace sus deberes online. El 79% de este mismo grupo, entre 12 y 15 años utiliza un smartphone y más del 70% de los que tienen entre 16 y 19 años emplea Instagram.

Pero hay un dato curioso en su común denominador. El 60% aspira a un empleo que impacte positivamente en la sociedad.

Desde mi humilde punto de vista como empleadora y madre de familia de “millenials” y generación Z, la llegada de estas nuevas generaciones al mercado laboral debería impulsarnos a las empresas a desarrollar un grado de flexibilidad mayor en nuestras dinámicas y sobre todo a incorporar las nuevas tecnologías de forma urgente y definitiva. Porque de no hacerlo, tendremos serios problemas para conectar con estas nuevas generaciones y llamar su atención. Como dice Fuencisla Clemares, Directora General de Google en España y Portugal, “la educación en tecnología tiene que seguir avanzando porque es el nuevo inglés”.

Hay quien trabaja ya con la idea de que la atención es el nuevo coeficiente intelectual y lo que diferencia a las personas más eficientes.

En realidad, todo esto lo sabían los clásicos, que consideraban la atención un efecto directo del amor y uno de los más valiosos subproductos del arte.

Sabíais que en español, italiano y portugués la atención se presta; en francés se hace, en inglés se paga y en alemán se regala?.

Para lograr llamar la atención, que no necesariamente debe entenderse como algo malo, sino más bien todo lo contrario, ya que se trata de que alguien se pare a escuchar o leer lo que le estás diciendo con una escucha activa, se requiere imaginación, amor, empatía, inteligencia y creo que también algo de arrojo.

En 1988 no podía ni imaginar cómo iban a evolucionar las tecnologías de la información. Ni mucho menos todo lo que iba a aprender dando respuesta a las necesidades de nuestros clientes. Pero si bien las aptitudes y destrezas en el manejo de las herramientas pueden adquirirse, la ACTITUD no. La actitud ante los demás, ante las dificultades, es lo que nos retrata.

Bien sabido es que la comunicación es todo. Y el componente digital es determinante como multiplicador del mensaje. La comunicación es hoy más importante que nunca, porque si tú no das tu versión de la historia, tu visión del producto o del servicio, alguien lo hará y ocupará ese espacio. Porque los espacios se llenan siempre. Y comunicar es más fácil que nunca.

Y recuerda, comunicación es todo: cómo vistes, cómo hueles, cómo huele la oficina, cómo saludas, cuánto sonríes, y con qué actitud recibes cada encargo profesional y lo desarrollas…. y en nuestro trabajo es además y sobretodo humildad en la relación con los compañeros, con los clientes y los proveedores. Porque nos necesitamos. Por eso me gusta tanto esta corriente tan guipuzcoana que defiende que aquí nos gusta “HACER A LA GUIPUZCOANA”. Porque entre nosotros nos entendemos. Lasai, txintxo txintxo y sin perder el norte. Llegaremos quizás un poco más despacio, pero seguro que llegaremos lejos.//

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